Y si como hemos visto los usos del suelo y las infraestructuras al servicio de la movilidad determinan el modelo del que nos dotemos, la gestión del sistema, la operación del sistema, es también determinante del modelo. El sistema de movilidad comprende, no solo las infraestructuras y la oferta de servicios ofrecidos por la Administración correspondiente sino la demanda de movilidad solicitada por la ciudadanía. Cuando hablamos de gestión de la movilidad, nos debíamos referir a la gestión de ambos aspectos, de la oferta y de la demanda. Pues bien, y esto es general en muchas ciudades de nuestro entorno, la gestión de la movilidad en los ámbitos urbanos a los que nos estamos refiriendo, se centra únicamente en la gestión de la oferta. Más infraestructuras viarias, más y mejores autobuses, un nuevo tranvía, una nueva estación intermodal,… Como mucho pensamos en cómo darle inteligencia a estos medios: información a los usuarios y usuarias, gestión de flotas, sistemas de pago más ágiles…, al fin y a la postre aplicaciones para mejorar la oferta. Y no está mal. Antes bien, todavía tenemos muchos deberes que hacer en esto de mejorar la oferta. Lo que ni se nos pasa por la cabeza es que también podemos actuar sobre el otro platillo de la balanza. Sobre la demanda de movilidad, y sobre todo sobre la demanda de movilidad en vehículo privado que es la causante de los efectos negativos de la movilidad: congestión, accidentalidad y efectos medioambientales negativos como el ruido, la contaminación atmosférica, las emisiones causantes del efecto invernadero,… Vitoria – Gasteiz debe encarar sin demora la problemática de su movilidad a través de un Plan de Movilidad integrando en su redacción a las instituciones competentes: ayuntamiento, Diputación Foral, Gobierno Vasco y Gobierno Central. El enfoque cooperativo es una condición absolutamente necesaria para el éxito del Plan. Y ahora se presenta un buen momento para ordenar lo que puede ser un gran desorden si no se actúa. En el período en el que se está construyendo el tranvía, 2006 – 2008, hay tiempo suficiente para redactar, debatir y poner en marcha un Plan de Movilidad que, por otra parte, ya se plantea como necesario en la nueva “Estrategia temática sobre el medio ambiente urbano” definida por la Unión Europea.