A veces me da por soñar en como transmitir a la ciudadanía lo que le cuesta "moverse" en el sentido estricto del término, es decir, lo que le cuesta desplazarse de un lugar a otro en dinero cantante y sonante. Y ésto sin tener presentes los costes externos que se derivan de un consumo inconsciente o compulsivo de movilidad.
Para otros productos de consumo como es la energía eléctrica, o el gas o el teléfono y ADSL o el agua sin ir más lejos recibimos en nuestras cuentas bancarias mensualmente - y lo tenemos asumido como lógico y normal - un apunte contable que nos cobra el consumo que hemos realizado de ese bien escaso a lo largo del mes: la tan temida FACTURA MENSUAL que nos duele pagar pero que
nos induce una reflexión automática para intentar minimizar su impacto el siguiente mes.
Esta factura tiene una función pedagógica a todas luces positiva porque nos hace pensar en nuestros hábitos de consumo y, si somos inteligentes, nos ayuda a tomar medidas para ahorrar en consumos de productos o bienes necesarios pero que su despilfarro en cantidad y calidad puede producir a largo plazo problemas de toda índole pero en especial de abastecimiento o de calidad insuficiente.
Y desde este punto de vista, el de la pedagogía, el de la enseñanza, el de la educación para un aprendizaje en un consumo responsable es desde el que yo propondría la creación de la FACTURA MENSUAL DE LA MOVILIDAD que recogiese todos los gastos que hacemos para movernos de un sitio a otro a lo largo del mes en cuestión.
Claro está que para que mensualmente nos llegue esta factura
haría falta inventar el sujeto agente que emitiese la factura y en el que confiásemos ciegamente como confiamos en la "Compañía de Abastecimiento y Saneamiento de Aguas" o en nuestra "Operadora de Telecomunicaciones". En este agente gestor de nuestra movilidad deberíamos delegar la función de cobrarnos lo que mensualmente gastamos en movilidad y, en este punto es en el que se iniciaría el debate sobre lo que realmente gastamos en movilidad.
Ya existen
operadores parciales que gestionan algunos de los costes de nuestra movilidad como son, por ejemplo, las empresas de aparcamientos; las operadoras de autopistas; las compañías de transporte colectivo urbano e interurbano; las empresas operadoras de car sharing y car pooling; las compañías aseguradoras de nuestros coches; las empresas suministradoras de combustibles; los talleres de mantenimiento y reparación de coches; los ayuntamientos que nos cobran anualmente(¿?) los impuestos derivados de la posesión de uno o varios automóviles...
Evidentemente este ejercicio de cálculo del coste de nuestra movilidad lo podemos hacer cada uno de nosotros pero seguro que en algunos de los conceptos seríamos indulgentes o tendríamos olvidos "justificables" y lo que yo propongo es que a todos y todas nos calculen lo que estamos gastando y, ya sería un sueño, lo que estamos costando.
Por hoy lo dejo aquí pero sería muy interesante continuar con estas ideas que, aunque puedan parecer un poco utópicas, pueden dar origen a
nuevas formas de hacernos conscientes de los costes de todo tipo en los que incurrimos.